martes, 10 de marzo de 2009

Cronicas cairotas. 9 de Marzo Nacimiento del profeta

Un lamentable trozo de papel aprovechado al máximo, tinta y grafito entremezclado en los pocos espacios vírgenes del papel. La enrevesada escritura árabe difusa con los retazos del recuerdo de una infancia en la que todavía existían pequeños detalles que eran importantes. Las galabiyyas blancas recién planchadas que se rebasan, siempre sin mezclarse, con los petulantes filo-occidentales egipcios. Los planchadores callejeros exteriorizan todo su descontento con la realidad circundante, inevitablemente continúan con su trabajo. En los días económicamente importantes los principios tienen límites lívidos, nublados, inconclusos.



El día 9 de Marzo es celebrado en todos los países islámicos como el del nacimiento del Profeta, en Egipto da la casualidad además que justamente ese día y en este año 2009 nos encontramos con el 90 aniversario de la Revolución de 1919.




El partido wafd celebraba en su sede de Dokki –justo enfrente de mi balcón- dicho acontecimiento. Una fiesta del partido, burócratas de traje desteñido, espaldas combadas de tanto arquearse, regalos oficialistas, jóvenes analfabetos temerariamente occidentalizados engullendo comida del KFC, cuyo único mérito para asistir es estar vivos y que algún familiar cercano se haya arrastrado, larga y constantemente durante su humillante vida. Luces de colores y acción. Canciones repetidas hasta la saciedad y un borroso futuro, como únicas conclusiones del encuentro. El nacimiento del profeta apenas se sentía en el ambiente, las galabiyyas blancas –una especia de túnica o chilaba generalmente unicolor muy típica de esta zona, prenda básica para ir a la mezquita- recién planchadas y las largas chivas no eran más visibles que cualquier otro día. Una larga caminata por los alrededores de la universidad del Cairo visibilizaba la esencia de la ciudad, una muchedumbre organizada en torno al comercio. Los zocos repletos de vendedores y no tanto de compradores, cualquier producto en su cantidad justa. Hasta la casi inexistencia es buena para sentarse en la calle y esperar a los compradores,. Los dulces son sin duda el producto más solicitado, imprimiendo el carácter importante del día en el que nos encontrábamos para muchas personas.



La cierta normalización de las relaciones entre religión y sociedad en la capital egipcia, no resta importancia a su mayor visibilidad en ciertas zonas de la ciudad y la determinante importancia de ciertos aspectos de esta. Esta realidad es directamente diferente y proporcional a la cantidad de kilómetros que nos separemos de la capital y los días que sus habitantes pasan sin probar una gota de alcohol. –La noche anterior a cualquier festividad musulmana existe ley seca-. Aún así conseguir alcohol no es demasiado complejo, los demás días es sencillo en exceso. La ciudad de los mil minaretes, esconde su fuerza. Simplemente el país tiene suficiente encanto turístico para explotar, como para hacerlo también con sus creencias.

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