miércoles, 25 de noviembre de 2009

2005, 1000 aniversario de Kazán.

El 2005, año de celebración del aniversario número 1000 de la ciudad de Kazán. ¿Milésimo aniversario? Supongo, la primera vez que lo necesito en más de 20 años. Supuso una fecha clave en la modernización de la ciudad. Las casas de madera podrida unifamiliares fueron demolidas, sus dueños reubicados en las afueras en bonitos pisos y los dueños de la República ingresaron las ganancias de la venta del suelo a precio de oro para la construcción de bloques de pisos. Hasta ahí la historia como en cualquier parte del mundo (Generalmente La reubicación es más bien un realojo forzoso al extrarradio en pisos no tan fantásticos como los del anuncio, la segunda parte suele ser real, siempre funciona. En otras versiones el realojo se traduce como una patada en el culo, y gracias que sigas con vida).


Salvo honrosas excepciones, como la calle Petersburgo, una zona peatonal que une la Calle de Kalinin con la calle de Bauman, todo el especio cedido por las familias de forma desinteresada se ha convertido en bloques de pisos. Dejar atrás el estilo stalinista o brezhneviano, no quiere decir que la calidad de vida de sus habitantes sea mejor. Más coloreados exteriormente. Los nombres de las calles en esta ciudad, todavía se merecen varias entradas en el blog.


Todavía a día de hoy se demuelen continuamente pequeñas viviendas, para continuar con la construcción de pisos. Por ejemplo, en la calle de Kalinin (улица калинина) por la que discurre mi vida diariamente.


Generalmente observamos los cambios en las ciudades desde lejos, nos damos cuenta cuando volvemos a pasar por ese lugar después de meses, e incluso años. El poder que nos da la ignorancia. Nos capacita para la autodefensa. ¡Cómo ha cambiado todo! ¡Si es que no respetan nada! Autocomplacencia de un estómago vacío. Todos son-somos culpables de lo que ocurre a nuestro alrededor, al igual que deberíamos recibir sus premios, no solo los restos de los Estados del Bienestar, de algunos.


Pero cuando ayer fotografiabas la belleza de una casa que ahora ha sido defunestada y sus miembros revueltos y masacrados te das cuenta de que las ciudades cambian en una milésima de segundo. Los bulldozers han pasado por ahí, y ni siquiera los has visto. El camino diario tiene un miembro menos, y a pesar de la monotonía del camino apenas te has podido dar cuenta del proceso. Solamente quedan los ornamentos amontonados como si fueran basura. Restos para ser saqueados por los viejos ignorantes de la sociedad del usar y tirar, analfabetos del reciclaje desinteresado. Síndrome de Diógenes que muchos querremos tener en el futuro cuando nada se pueda acumular. Cazatesoros de otra época. Los nichos se reocupan en la naturaleza continuamente, al día siguiente, una pequeña defensa que había dejado la casa había sido utilizado para entretenimientos diversos: todavía se podían ver los restos de vodka y zumo tirados ordenadamente en el mismo lugar donde bebían.


Esta pérdida se te hace tuya. Los cambios dan miedo siempre, más todavía cuando son negativos, cuando sientes impotencia por cambiar una bonita postal para enviar a los amigos por un solar vacío, que quizás tardará demasiado tiempo en ser reconstruído. A los españoles de zonas blancas, capa de cal sobre cal, año tras año hasta conseguir construir unos muros para los que no había presupuesto nos sorprenden en Rusia arquitectura como esta, casas de madera… mientras evitamos hablar del color gris.


La nieve ha silenciado sus sollozos y sus lamentos, pero no puedo evitar pararme y darme cuenta de que al menos salvé su alma en la última foto –algunos indígenas nunca permitieron que se les robara el alma y ya nadie se las robará- D.E.P. Una vieja brota de la casa continua, más bien la casa solitaria. Me mira y me sale una mueca cutre mientras evito sonreír. Sabe que pienso que su casa puede ser la próxima, pero sus ojos lo niegan. Morirá ahí, y sus hijos la vendarán para repartirse los restos como hienas malolientes, que se aprovechan de un trabajo bien hecho… por otros. La muerte y la ineptitud, dos conceptos de los que demasiadas personas viven en nuestro mundo.

1 comentario:

María José dijo...

Ni aquí puedes evitar aludir al síndrome de Diógenes,jeje
Me ha encantado este artículo