El club de los arrepentidos de guerra, sigue manteniendo sus mismos miembros, pero mantienen su filosofía de continuar acumulando premios a pesar de su abatimiento.
Mijaíl Kaláshnikov (Михаи́л Тимофе́евич Кала́шников en ruso) –sí, sí, léase como la palabra esdrújula que es- ha sido condecorado con
Teóricamente arrepentido su creador, porque sigue aceptando los premios por su labor y especialmente porque sigue trabajando para la empresa Izhmash, la cual tiene los derechos para la fabricación de su mítico AK-47.
En la actualidad se ha convertido en un arma de culto porque la relación que se establece entre el dueño y ella. Nunca falla, ni en las peores condiciones y su fiabilidad es extrema en las pequeñas distancias. La pareja perfecta no podría funcionar tan bien. Decenas de países la tienen como arma reglamentaria de su ejército. Tan sencilla como útil en manos de un niño. Tan resistente, que las armas de los depósitos soviéticos colaboraron en la inmensa mayoría de guerras en África y Asia, alentadas por gobiernos occidentales. Algunas banderas han contado con su imagen por su colaboración a la indestructible idea de independencia nacional. Y como marca famosa que se precie cuenta con su top manta, que según fuentes desContrastadas vende alrededor de un millón de unidades anualmente.
Todavía recuerdo la primera vez que se cruzó en mi mirada, en las manos de un inexperimentado recluta egipcio encargado de proteger a la embajada de Siria en el Cairo. Siempre deseé no encontrarme en problemas y necesitar su ayuda, ni siquiera oír su tan característico sonido al disparar. Suponía que la experiencia del soldado, apenas un adolescente, no me permitía confiar en él.
Y sino, un solo vistazo a la página de
Monta tu propio AK-47 y defiende a la patria. ¿De qué? De la ineptitud como deporte nacional. Quizás.
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